jueves, 29 de marzo de 2012

El mal de altura

¿QUÉ ORIGINA EL MAL DE ALTURA?
Como referencia se considera presión normal la que hay a nivel del mar y es a la que nuestro organismo está mejor adaptado, ya que con ella nacemos y vivimos la mayoría de las personas.
En cada inspiración, a nivel del mar, introducimos en nuestro cuerpo una cantidad determinada de gases (fundamentalmente oxígeno), mientras que en altura esa misma inspiración nos hará absorber menos gases, y por tanto menos oxígeno. A medida que ascendemos la presión disminuye y nuestro organismo necesita aclimatarse, que no es otra cosa que adaptarse a la nueva situación, y esa adaptación necesita tiempo. No pasa así en el caso de los aviones porque sus cabinas van presurizadas, es decir, que mantienen una presión próxima a la que tenemos al nivel del mar.
Hay personas que se adaptan mejor a la nueva situación, mientras que otras suelen requerir más tiempo, o no lo consiguen. Lo normal es que entre las personas que viajan a grandes alturas, entre un 20% y un 40% presenten síntomas de mal de altura. Para que os déis una idea:
  • 2.840 metros tenemos un 71% del oxígeno que habría a nivel del mar.
  • a 3.440 metros bajaría a un 66%.
  • a 4.280 metros desciende a 59%.
  • Sobre los 5.000 metros tendremos aproximadamente la mitad, es decir un 50%.

Podemos resumir diciendo que el mal de altura es la consecuencia de la disminución de oxígeno en el aire que respiramos.


LA IMPORTANCIA DE UNA BUENA ACLIMATACIÓN
Los problemas de la altura están relacionados con la cantidad decreciente de oxígeno. Estos problemas suelen empezar, en la mayoría de las personas, por encima de los 3.000 metros, y será a partir de los 3.500 metros cuando habrá que estar más atentos. El mal de altura por si solo no entraña peligro de muerte, pero puede conducir a ella si no estamos atentos a las reacciones de nuestro propio cuerpo.
Debemos tener presente que, a partir de los 5.000 metros, no es posible la vida de una manera continuada, por tiempo indefinido, debido a que la cantidad de oxígeno es tan pequeña que los procesos metabólicos tienden a ser menos eficaces y pierden rendimiento. Se pierde peso (grasa y masa muscular) y apetito, y es por ello que debemos permanecer a estas alturas el mínimo tiempo necesario para cumplir nuestros objetivos. Hoy en día los alpinistas tienden a realizar ascensiones lo más rápidas posibles.
Dado que el cuerpo necesita aclimatarse a una nueva situación, con menor oxígeno, debemos tener presentes varios aspectos:
  • Velocidad de ascenso
  • Salud en general
  • Alimentación

Pautas de aclimatación:
La velocidad de ascenso debe ser lo menor posible, para ir dando tiempo a nuestro organismo para irse aclimatando. Es frecuente ver en la montaña a personas que, recién descendidas del avión (ya por encima de los 2.500 metros) vienen llenas de energía y salen toda velocidad. Comienzan así las bases de una mala aclimatación. Cuando en la montaña subimos una gran altura en avión o helicóptero, será conveniente un periodo de unas 24 horas de adaptación a la nueva altura. No debemos perder de vista que los síntomas de mal de altura pueden tardar en presentarse varias horas y si hemos comenzado el ascenso la situación habrá empeorado.

Las pautas de aclimatación suponen no ascender diariamente más de 400 metros diarios, a partir de los 3.500 metros. Se pueden planificar jornadas de descanso, durmiendo dos noches seguidas a la misma altura, aunque durante el día ascendamos. Es importante tener presente que los síntomas leves desaparecen deteniendo la ascensión y dando tiempo al cuerpo a aclimatarse, pero los síntomas fuertes necesitan de un descenso inmediato. Lógicamente cuando mejor sea nuestra forma física y nuestro estado general de salud, menos problemas deberemos tener.

Es recomendable, en el entrenamiento previo, tener presente dos cosas:
  • La primera sería realizar series de ejercicios anaeróbicos.
  • La segunda realizar un entrenamiento progresivo.

El entrenamiento progresivo tiende a ir adaptando a nuestro organismo a un esfuerzo cada vez mayor. Para que nos entendamos; en lugar de correr diez kilómetros diarios, es mejor correr un día cinco y luego ir aumentando progresivamente la distancia hasta alcanzar, el día de llegar a la montaña, los diez diarios.

La atención a la alimentación debe ser preferente. Desde el primer momento deberemos imponernos, aunque no tengamos ganas, la disciplina de beber mucho y vigilar que la orina sea abundante y poco cargada (lo contrario indicaría retención de líquidos). En lo que respecta a la dieta alimenticia debe ser hiperglucémica, es decir rica en azúcares y féculas (pastas, arroces, patatas,…). Hasta un 70% de la dieta deberán ser hidratos de carbono. Evitar la ingesta de alcohol, cafeína, exceso de sal y proteína.

En la alta montaña es necesario evitar el ejercicio extenuante. Además es necesario protegerse muy bien de la radiación solar, con cremas de protección total y sombrero, preferiblemente de ala ancha, u otro sistema que nos tape la nuca.

Resumiendo "hay que llevar una buena preparación física y tomarse las cosas con calma, sin agotarse, bebiendo mucha agua e ingiriendo muchos hidratos de carbono, y no superando un ascenso de 400 metros por día".


SÍNTOMAS DEL MAL DE ALTURA
El mal de altura, es el nombre con que vulgarmente se generalizan los efectos de la falta de oxígeno sobre nuestro organismo, puede revestir tres formas típicas:
  • Mal de altura (MA)
  • Edema pulmonar (EP)
  • Edema cerebral (EC)

Debemos prestar atención a los síntomas y no disculparnos, o justificarlos, como consecuencia de un cansancio. El mal de altura se puede presentar de manera imprevisible, especialmente si no se cumplen las pautas anteriormente indicadas, y no significa que uno sea más o menos que los demás. Tenerlo presente ya que algunas veces en el origen de un desastre está el amor propio y la vida.

El mal de altura, o MA, suele iniciarse con dolor de cabeza. Este dolor de cabeza es generalmente occipital, bilateral, y aumenta al inclinarse o acostarse. Se tiene mayor sensibilidad a los ruidos y a la luz, y se calma con los analgésicos menores. A este síntoma suelen acompañarle otros:
  • Cansancio y debilidad.
  • Cierto aturdimiento.
  • Náuseas, o vómitos.
  • Insomnio o dificultad para conciliar el sueño.
  • Pérdida de apetito.

El edema cerebral, o EC, provocado por la acumulación de líquido en el cerebro, o en torno a él, aumenta los síntomas del mal del altura (MA). Entre los síntomas más importantes conviene destacar un dolor de cabeza agudo, que empeora al tumbarse, y no cede con un analgésico suave (ibuprofeno, paracetamol o aspirina). Además se añaden otros:
  • Gran cansancio y fatiga.
  • Náuseas y vómitos severos y persistentes.
  • Falta de coordinación, por ejemplo para atarse las botas.
  • Tambaleos, caídas, imposibilidad de avanzar en línea recta, colocando un pie delante de otro.
  • Visión borrosa o doble, con halos en torno a los objetos.
  • Pérdida de habilidad mental.
  • Alteraciones del comportamiento (agresividad, apatía…)
  • Confusión, alucinaciones.
  • Adormecimiento.

El edema pulmonar, o EP, consiste en la acumulación de líquido en, o alrededor de los pulmones. Puede producirse por sí solo sin necesidad de síntomas previos de MA (en aproximadamente un 50% de los casos) o bien desarrollarse asociado a éste. Los primeros síntomas que avisan del desarrollo de un EP suelen ser un descenso del rendimiento físico acompañado de tos seca. Esta tos seca puede volverse productiva posteriormente, presentando esputos con posibles manchas de sangre, lo cual constituye una señal grave.

  • El agotamiento, que en las primeras fases puede consistir, simplemente, en que nos lleve más tiempo recuperar el aliento después de realizar un ejercicio ligero. Los sonidos de los pulmones “encharcados” al respirar profundamente y que se escucha pegando la oreja desnuda por debajo del omóplato del enfermo. Este síntoma puede no existir, en cuyo caso hablamos de un EP seco. Otros síntomas son:
  • Rostro azulado o amoratado, así como labios y lengua (cianosis).
  • Cansancio y fatiga extrema.
  • Puede cursar una fiebre ligera de hasta 38,5º, y/o sensación de frío interior, o dolor de pecho.
  • Somnolencia, dificultad en despertar, coma.


TRATAMIENTOS CONTRA EL MAL DE ALTURA
Lo importante siempre es prevenir siguiendo las pautas expuestas, pero llegados al punto de aparición de la enfermedad, se hace necesario tratarla. Existen dos tipos de tratamientos: preventivos, es decir para intentar evitar que aparezca el problema, y paliativos, para curarlo. Ni que decir tiene que la presencia de un médico especialista en alta montaña, cuando sea posible, resulta insustituible.
  • A nivel preventivo podemos hacer lo siguiente:
  • Ascender lentamente, comiendo e hidratándonos adecuadamente.
  • En caso de que ascendamos rápidamente a los 2.500 metros, se debe pasar un par de noches en esa altitud antes de seguir subiendo.
  • Evitar el sobreesfuerzo, sobre todo si aparecen síntomas de MA.
  • Beber líquido abundante para mantener la orina fluida y abundante.
  • Evitar cualquier medicación que inhiba la respiración (somníferos, sedantes, analgésicos fuertes y antihistamínicos) pues incrementan el riesgo de MA. En caso de que haya que tomarlos necesariamente, consulte previamente con su médico.

A nivel paliativo es necesario tener en cuenta los siguientes aspectos, además de tener obligatoriamente prescripción médica:

Mal de altura (MA)
  • Al primer síntoma lo mejor es detenerse, descansar y ver que pasa. Si los síntomas no desaparecen, o se incrementan, descender al menos 500 metros y permanecer allí entre uno y tres días hasta que los síntomas remitan. El descender siempre nos hará mejorar, aunque debamos continuar con los tratamientos.
  • Tratar el dolor de cabeza con ibuprofeno o paracetamol (siempre que el médico nos lo permita). Si fuera muy intenso se pueden utilizar asociaciones analgésicas con codeína, cafeína o ergotamina (previa prescripción médica). También se han propuesto en la práctica hiperventilaciones forzadas cada 10-15 minutos, y el masaje de las arterias temporales (debe ser realizado por personal especialista en la materia).
  • Si se puede, aplicar oxígeno.
  • Controlar al paciente, sobre todo durante la noche, por si desarrollara EC, o EP.
  • Al primer síntoma lo mejor es detenerse, descansar y ver que pasa. Si los síntomas no desaparecen, o se incrementan, descender al menos 500 metros y permanecer allí entre uno y tres días hasta que los síntomas remitan. El descender siempre nos hará mejorar, aunque debamos continuar con los tratamientos.
  • Tratar el dolor de cabeza con ibuprofeno o paracetamol (siempre que el médico nos lo permita). Si fuera muy intenso se pueden utilizar asociaciones analgésicas con codeína, cafeína o ergotamina (previa prescripción médica). También se han propuesto en la práctica hiperventilaciones forzadas cada 10-15 minutos, y el masaje de las arterias temporales (debe ser realizado por personal especialista en la materia).
  • Si se puede, aplicar oxígeno.
  • Controlar al paciente, sobre todo durante la noche, por si desarrollara EC, o EP.

 
Edema pulmonar (EP) y Edema Cerebral (EC)
  • Buscar atención médica con urgencia y seguir sus indicaciones.
Fuente. Enrique Banet

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